julio 16, 2021
La madre de todas las grietas
Intentemos reconstruir este conflicto que se extendió durante 127 días y que fue popularmente conocido por su número de resolución: “La 125”.
Errores de cálculo por parte del gobierno, intransigencia de las patronales, derrame de leche en las rutas, el rol abiertamente opositor de los medios, la urgencia por desestabilizar de ciertos sectores y el fin del consenso. Ese 2008, la pax kirchnerista, la concertación y la transversalidad estallaron en mil pedazos.

La madrugada del 17 de julio de 2008, su homónimo Cobos le dio un cimbronazo al proyecto político kirchnerista del que formaba parte. Cinco palabras bastaron para desestabilizar un gobierno que había sido recientemente refrendado en las urnas. No son muchas las sesiones en el Senado que pasan a formar parte de la historia, pero ese prolongado debate quedó en la memoria sensible de les argentines: “Mi voto no es positivo”, fue la frase del final. ¿Qué se votaba? El proyecto de ley que impulsaba las retenciones móviles a la soja y los cereales, popularmente conocido por su número de resolución: “la 125”. Viajemos en el tiempo 13 años atrás e intentemos reconstruir a grandes trazos un conflicto que se extendió durante 127 días e incluyó huelga de comercialización de granos, cortes de ruta, actos y movilizaciones multitudinarias, cacerolazos alternados con negociaciones y un envío de proyecto de ley al Congreso de la Nación. Los invito a bucear en el hito que marcó el fin del consenso kirchnerista y, tal vez, el origen de la grieta. 

Corrían las primeras semanas de 2008. Cristina Fernández de Kirchner había asumido la presidencia hacía menos de un mes, tras un categórico triunfo en primera vuelta. El kirchnerismo lucía sólido, su legitimidad anclaba en la gestión consumada de Néstor y ahora se preparaba el terreno para profundizar su modelo. La noción de transversalidad había decantado en la Concertación con los “radicales K”, espacio de referencia del protagonista estelar de esta historia, el entonces vicepresidente de la República Julio César Cleto Cobos. La historia arranca el 11 de marzo, cuando el ministro de Economía Martín Lousteau -hoy en la vereda de enfrente- presenta un nuevo esquema de retenciones móviles a las exportaciones de granos, con el claro objetivo de que el Estado pudiera participar de la suba récord de las commodities: la retención a la soja pasaría del 35 al 44,1%. 

La respuesta de las 4 entidades principales del agro no se hizo esperar: 48 horas de lock-out patronal -no comercialización de granos- para el 13 y el 14. La Mesa de Enlace se fue consolidando día tras día con el apoyo indisimulado de los grupos mediáticos más poderosos, que terminan de romper la alianza establecida con Néstor Kirchner durante su mandato. El gobierno se limita a confrontarlos discursivamente: cómo olvidar el eslogan de los “piquetes de la abundancia”. Paso siguiente, suben a escena los cacerolazos reivindicativos del mal llamado “campo”. Transcurrido un mes de conflicto, se sientan a negociar las partes y la espuma parece bajar, pero el 25 de abril el ministro Lousteau renuncia a su cargo y el 7 de mayo la patronal agropecuaria retoma los cortes, al cabo de 36 días de infructuosas charlas. 

Una fotografía de este momento histórico serían los festejos del 25 de Mayo, tomados por la creciente polarización. Ya en el mes de junio, las tensiones se acrecientan: a las detenciones de ruralistas acusados de cortar la ruta 9 e incendiar pastizales a la altura de San Pedro, le sigue el arresto de Alfredo De Angeli, otro actor estelar de esta novela -hoy diputado nacional de Juntos por el Cambio-. Nuevas movilizaciones a favor del campo ganan la calle, conforme se endurece la disputa política. ¿Antecedente de las manifestaciones al estilo 18N? 

El gobierno toma nota de la crítica situación y envía al Congreso el proyecto de ley que modifica el esquema de retenciones. El 5 de julio, Diputados le da media sanción tras 19 horas de debate. ¿El resultado? 129 votos a favor, 122 en contra y 2 abstenciones. En las vísperas de la votación decisiva en el Senado, se producen dos actos multitudinarios: la cantidad de gente movilizada por el sector ruralista, con epicentro en el Monumento de los españoles -todo un símbolo, ¿no?- fue notablemente superior a la convocatoria lanzada por el gobierno en la Plaza del Congreso.

Finalmente, llegamos al momento álgido que dio pie a esta narración, y resulta imposible no recordar la apurada de Miguel Ángel Pichetto al presidente de la Cámara: “Como les dijo Jesús a sus discípulos: lo que haya que hacer, hagámoslo rápido”. Tras cartón, el acto final, encarnado en un Cobos temeroso sobre tablas: “Que la historia me juzgue, pido perdón si me equivoco. Mi voto no es positivo”. En un hecho pocas veces visto, un vicepresidente volteaba un proyecto de ley que había sido impulsado por el Poder Ejecutivo que él mismo representaba -hasta ese día, claro está-. 

Con el diario del lunes, hay varias lecturas posibles sobre esos más de tres meses de conflicto: errores de cálculo por parte del gobierno, intransigencia de las patronales, derrame de leche en las rutas, el rol abiertamente opositor de los medios, la búsqueda de desestabilización de ciertos sectores y el fin del consenso. Ese 2008, la pax kirchnerista, la concertación y la transversalidad estallaron en mil pedazos.

Amanecía la grieta y se gestaba el embrión de la Alianza Cambiemos. Pudo haber significado el principio del fin del kirchnerismo, tal como la Semana Santa del ‘87 lo había sido para el alfonsinismo. No obstante, ni el crash de Wall Street de fines de 2008 ni la lógica derrota electoral de 2009 -hija del “campogate”- podrían evitar el impulso regenerador del proyecto político kirchnerista. Pero eso es harina de otro costal. Sí podemos afirmar que el agro sigue pelando su poder de presión y de negociación ante cada mínimo intento de redistribución de sus abultadas riquezas. Si no pudo la 125, 13 años atrás, ¿se podría dar la batalla, en un contexto crítico como el que atravesamos hoy? Lo cierto es que la alimentación de los argentinos y las argentinas tiene que estar en la cresta del debate público, porque ahí se juega la matriz productiva y nuestro proyecto de país.

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Un comentario

  1. Muy buena refrescada de memoria!!! No hay otra tierra que sustente a sus hijes que la Pacha!!! Aunque intenten acabar con ella los agronegocios con los venenos y los laboratorios!!!

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