Si hablamos de educación universitaria en nuestro país, seguramente muchos la referenciarán con facultades emblemáticas como la UNLP, la UBA y otras instituciones que tienen en su haber una larga tradición en brindar educación pública, gratuita y de calidad. Por sus aulas han pasado desde presidentes hasta premios nobel y es habitual que ocupen lugares de privilegio en rankings internacionales sobre calidad educativa.
Pero, yendo a lo que nos atañe, no es menor subrayar que estas universidades están radicadas en los grandes centros urbanos de nuestro país, generando, desde hace décadas y de manera constante, un éxodo de jóvenes que abandonan sus orígenes en busca de un futuro posible. Es un flujo de estudiantes que tienen la mira puesta en ese preciado título universitario, símbolo por excelencia del desarrollo personal.
En esta entrega, me permitiré ser un poco autorreferencial, dado que se trata de un fenómeno que transité, y que me permitió completar mis estudios universitarios sin abandonar mi pueblo. Hablo de la experiencia de los Centros Universitarios, creados en la Provincia de Buenos Aires hace ya muchos años, y que han generado efectos más que positivos en las comunidades donde se llevaron adelante.
Estos Centros Universitarios permiten, a través de diferentes tipos de acuerdos con las universidades nacionales, acercar la posibilidad de una formación superior a los habitantes de lugares que no cuentan con este tipo de ofertas. En la Provincia de Buenos Aires, según relevamientos de la Secretaría de Políticas Universitarias de la Nación, se encuentran en funcionamiento alrededor de 40 centros. El criterio de selección de las carreras va de la mano con una planificación estratégica en cada comunidad, que permita saber qué tipo de profesionales requerirá su desarrollo. Esto garantiza, a los estudiantes, que una vez concluida la carrera tendrán oportunidades concretas de trabajo. No se piensa en una sola carrera, que genere egresados nuevos año tras año, sino que se busca diversificar la oferta, de modo tal de atender y cubrir las demandas que van surgiendo en los distintos sectores de la economía local, incluyendo su propio sector educativo.
Si bien algunos de estos centros cuentan con más de 20 años de funcionamiento, como ocurre en la ciudad de Saladillo, la creación de la mayoría data de 2008 en adelante. Esto fue así porque, si bien no existe una ley que los impulse, la puesta en marcha del fondo educativo de la provincia permitió a los municipios contar con ingresos propios para invertir en políticas formativas. Desde entonces, empezaron a planificar con seriedad una educación superior para sus habitantes.
Los Centros Universitarios funcionan como un motor para el desarrollo de las comunidades, dotándolas de profesionales y permitiendo elaborar estratégicamente el futuro. Por esta razón, cobra vital importancia el hecho de que cada localidad tenga un criterio propio a la hora de decidir qué carreras implementar, teniendo en mente esa perspectiva de un crecimiento organizado.
Hay una necesidad cada vez más elocuente de entender nuestro país más allá de sus mega-ciudades. Es clave generar las condiciones para pensar en el arraigo de las personas en sus propias comunidades, desarrollando ahí mismo sus proyectos de vida, individuales y colectivos, sin tener que atravesar la experiencia de marcharse lejos de todo lo suyo, en busca de ese futuro incierto. Al margen de la cuestión demográfica, los y las jóvenes que deciden dar el salto a la urbanidad ensayan numerosas dificultades, principalmente económicas, que muchas veces truncan esa expectativa de llevar adelante una carrera y los y las fuerzan a retornar a sus pagos cargando la cruz de no haber logrado aquello que fueron a buscar.
Estos proyectos solamente son posibles si hay voluntad política de sacarlos adelante y sostenerlos en el tiempo, y es en este plano que los Centros Universitarios han enfrentado sus mayores desafíos, dado que en ocasiones se han visto abandonados, desfinanciados y dejados de lado, evidenciando cuándo la educación no representa una prioridad de gobierno. Durante el mandato presidencial de Mauricio Macri y la gobernación de María Eugenia Vidal, hubo en la provincia una clara intencionalidad de abandonar estos proyectos, considerándolos inoportunos desde la visión economicista que encarnaba su gestión. Esto, sin dudas, implicó un retroceso, en tanto que muchas localidades perdieron de hecho sus espacios de referencia.
El gobierno que actualmente conduce el presidente Alberto Fernández viene marcando, desde lo discursivo, la pretensión de generar las condiciones para que cada argentina y cada argentino pueda realizarse efectivamente en sus lugares de origen. Se han impulsado diferentes políticas que van en esta dirección. Sin dudas que, en el plano educativo, la experiencia de los Centros Universitarios representa una gran herramienta a desarrollar, para estar cada vez más cerca del país federal que queremos.
* Agradezco la gentil colaboración de Joel Rey, docente, coordinador de sedes del interior de la UNLZ, facultad de ingeniería.