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julio 3, 2023
No ser de ninguna parte
En el territorio, gobierna lo que está siendo, lo que está ocurriendo, y es muy difícil de desmontar la lógica de mayorías y minorías.
La cruz del migrante es la de no ser de ninguna parte, y su peso puede quebrar la espalda de muchos. Beatriz estuvo a punto de rendirse, varias veces, pero encontró la manera de seguir adelante. Luego, en algún rincón de la caminata, el peso de su cruz se empezó a alivianar, y de a poco incluso se fue olvidando de que la cargaba.
No ser de ninguna parte

En estos dos episodios, brotarán las voces que le darán cuerpo y vigor al trabajo hecho, dotándolo de sentido. Desde el comienzo, hemos aclarado que el trayecto propuesto no se trata de una aproximación académica al fenómeno de la migración ni de un mero rejunte de testimonios. Siempre quisimos tomar partido, sin que esto signifique tergiversar la palabra de ningún entrevistado ni forzar cerraduras narrativas. El objetivo de este trabajo, en todo caso, era alumbrar lo dura que puede ser la vida de las familias migrantes pobres, con todos sus matices y complejidades a cuestas. Hasta aquí, Gabriela y Natalia nos ayudaron, con sus miradas, a elaborar un marco teórico para comprender esas realidades. Ahora es el momento de oír a Chang y a Beatriz, dos personas de distintas generaciones y de distintas procedencias, pero que han transitado una experiencia común.

Insinuábamos la semana pasada que una ley, en este caso la migratoria, puede tener una perspectiva muy progresista, pero que luego lo que hay es una sociedad en movimiento, que no está necesariamente atenta a lo que proponen las instituciones en su afán de regular la vida común. En el territorio, gobierna lo que está siendo, lo que está ocurriendo, y es muy difícil de desmontar la lógica de mayorías y minorías, de fuertes y débiles: una lógica que es tan antigua como la sociedad misma y que no será trastocada solo redactando leyes.

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Chang nació en 1960, en Corea del Sur, y siete años más tarde emprendía una larga travesía en barco carguero hasta llegar al puerto de una desconocida Buenos Aires. Hoy es un actor reconocido. Lo verán, por ejemplo, en la segunda temporada de División Palermo. Pero hace 50 años era solo un niño migrante. No solo eso, era un niño que pertenecía a las primeras camadas migratorias orientales que llegaban a nuestro país: “Una rareza”, como él mismo se encargará de decir.

Beatriz dejó a la fuerza su Perú natal y se vino a vivir aquí con su madre y sus hermanitos pequeños. Ya veremos las cosas que debió soportar en el devenir de su proceso migrante, un proceso que nunca termina, porque ella sabe que ya nunca más dejará de ser migrante, incluso si algún día regresara a su Perú. La cruz del migrante es la de no ser de ninguna parte, y su peso puede quebrar la espalda de muchos. Beatriz estuvo a punto de rendirse, varias veces, pero encontró la manera de seguir adelante. Luego, en algún rincón de la caminata, el peso de su cruz se empezó a alivianar, y de a poco incluso se fue olvidando de que la cargaba. 

Hoy es Licenciada en Comunicación y trabaja en un espacio de su universidad produciendo contextos más amables para las poblaciones migrantes que están atravesando la misma transición. Interviene con su grupo en colegios y en diferentes instituciones que requieren de herramientas para solucionar determinados conflictos o bien para sentar las bases de una vida más diversa y democrática. 

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“Nuestra Ley de Migraciones hace un esfuerzo para relativizar la irregularidad documentaria y que no sea un escollo a la hora de que las familias migrantes puedan desarrollar una vida digna, con derechos y oportunidades. Luego, y como siempre, la burocracia impone sus arbitrios, y escasean las rendijas por donde pueden colarse algunos rayos de luz”. Esto no lo dijo ella, pero son los desprendimientos que se produjeron a raíz de su testimonio tanto como del testimonio de Chang. En estos dos nuevos episodios, terminaremos de charlar sobre la relación que las familias migrantes son capaces de establecer con el Estado argentino.

Cuando decimos “son capaces”, no estamos poniendo el acento en sus habilidades individuales, sino en los obstáculos que se les imponen por la fuerza de lo habitual. Y tampoco es que en esta entrega agotaremos esta parte de la conversación. La caminata es larga, y las charlas se van enhebrando unas a otras, como vagones de un tren que está llegando a la estación.

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