Moira Millán, referente de la comunidad mapuche de la Patagonia, cuenta sobre la cosmovisión de su pueblo, las luchas por su identidad y la necesidad de construir alternativas en este contexto de crecimiento de la extrema derecha.
Desde su llegada al gobierno, la administración de Javier Milei comenzó sus ataques a las comunidades aborígenes. En febrero, la Justicia desalojó a los mapuches de unas tierras del Ejército en Bariloche por “usurpación ilegítima”. A fines de abril, se canceló la cesión de superficies en el lago Mascardi y se anunció la realización de una auditoría profunda dentro del organismo central y en todas las áreas protegidas.
Además, se planea revisar las cesiones realizadas y fijar que la “única bandera que va a flamear en los Parques es la argentina”. Todas estas acciones sirven para mostrar la nueva política que adoptó el Ejecutivo actual con respecto a los derechos de los Pueblos Originarios.
Moira Millán, escritora, activista y weychafe (guerrera, luchadora, guardiana de la vida y de los territorios) mapuche, describe a la administración nacional y sus medidas como una “dictadura absolutamente descarada, neoliberal y racista”, aunque aclara: “No es que los gobiernos anteriores nos reconocieron en plenitud de derechos porque no ha parado de brotar la sangre en manos de los distintos gobiernos, pero hoy realmente dicen que van a instalar el odio como política, que van a señalar y a arremeter contra todo aquello que pueda ser significativo o representativo de esta plurinacionalidad que habita nuestras tierras”.
Asimismo sostiene que medidas como la Ley de Bases son parte de un plan estratégico de despojo, vaciamiento, apropiación, sujeción, humillación y opresión de los pueblos. Porque no solo ataca algo material como el terreno, sino que es un ataque directo para con su identidad, su espiritualidad y su cosmología.
“Se viene la comercialización y la especulación inmobiliaria de la naturaleza. Entonces vamos a tener que defender muchísimo nuestro derecho a la vida y la paz. Si tocan nuestra biodiversidad, que es la única manera para sustraer lo que ellos llaman recursos pero que para nosotros son fuerzas elementales que constituyen la vida, van a tener que militarizar y generar guerra”, asegura.
Y si bien advierte que parte de la sociedad argentina avala ese modelo, recalca que eso no tiene que acobardarnos: “Hay que construir propuestas, hay que redoblar la apuesta en medio del creciente fortalecimiento del fascismo y la derecha extrema. En vez de ponernos a llorar y espantarnos, darle batalla. Pero no para volver al punto mediocre que permitió y alimentó esa multiplicación del fascismo sino que vamos a dar un paso superador y proponer una democracia en la que realmente participen y se escuche a todos”.
Tierra sin mal
Moira es una de las líderes del movimiento de recuperación de suelos ancestrales, derecho reconocido por la reforma constitucional argentina de 1994. Su activismo incluye a todos los pueblos indígenas con un énfasis especial en la naturaleza y en las mujeres de todas las naciones.
Define su identidad como telúrica, unida al suelo y guiada por sus espíritus. “No es una identidad colonial, no es el estado moldeándome, ni es un grupo adoctrinándome. Esa identidad no puede surgir desde un lugar que no sea amoroso, porque la tierra es amorosa, nos abraza, nos da alimento, abrigo, techo, agua para vivir, nos da todo. La Nación Guaraní habla de la tierra sin mal, lo que sucede es que se impuso de una matriz civilizatoria de muerte, que sí está engendrada desde el mal”.
Esa identidad existe sólo conectada a la espiritualidad y al suelo. “Si no tengo territorio, no soy simplemente. Ser mapuche significa gente de la tierra, y ella nos va esculpiendo nuestros principios y nuestra forma de vivir. Por eso nuestra lucha va completamente en contra de todas las políticas que reduzcan la tierra con intenciones desarrollistas o económicas, porque proponemos una matriz completamente diferente, y por eso somos el gran enemigo de este sistema”.
Esa enemistad surge en la misma fundación de nuestro país como lo conocemos. La creación de Argentina implicó la desaparición de comunidades enteras, con sus dogmas y conocimientos ancestrales. “El estado nos ha quitado todo: la tierra, el idioma y gran parte de nuestra identidad, y ha provocado terricidios”, asegura Moira.
El concepto de terricidio es una forma de leer la realidad y el costo de esta cultura y sus políticas y, según la weychafe mapuche, contempla al genocidio, epistemicidio, feminicidio y trasvensticidio. “Concretamente son todas las formas de asesinar la vida que tiene este sistema, y explica muy claramente y desde la perspectiva indigena lo que está pasando con la vida en todo el planeta. Todas las vidas se ensamblan en el círculo sagrado de nuestra existencia y analizar esas muertes como parte de una decisión de exterminar pueblos y territorios nos parece fundamental para poder construir alternativas”.
“¿Qué autoridad moral puede tener el estado para prohibirnos algo?”, se -y nos- pregunta Millán. “Ellos no tienen autoridad sobre la Nación Mapuche, es una fuerza de ocupación y lo que ha hecho en nuestro territorio a la fecha es nefasto. Pero tanto nos ha quitado que nos ha quitado el miedo. No tenemos miedo y salimos siempre a defender esta identidad que hemos empezado a recuperar”, afirma.
Y agrega: “Pueden encarcelarnos, pero no nos vamos a olvidar que por encima de todo está la naturaleza, están sus normas, está el ordenamiento cosmogónico que debemos preservar”, a la vez que invita: “Tenemos que ensamblar nuestras luchas, encontrarnos, hermanarnos. Tenemos que terminar con el terricidio, con los gobiernos terricidas, con las empresas terricidas y este sistema que los privilegia”.
*Entrevista realizada para Periodismo Móvil de ETER. Equipo: Gisela Garro, Ernesto Zippo, Camila Comisso, Vanesa Mercado, Abel Siquila y Silvia Cariati.