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marzo 20, 2023
“Trabajamos cada vez más y vivimos cada vez peor”
Integrar una cooperativa es un buen antídoto para que el trabajo que hacemos no se desacople de lo que somos como personas.
“Lo que precisa el sector son políticas públicas para estar en pie de igualdad con las empresas de capitales privados. Si el Estado puede garantizar eso, el cooperativismo puede garantizar producción y generación de empleo. Hay que pensarlo en clave de una agenda de desarrollo local y regional. No es solo una cuestión social: es social, económica y productiva”.
“Trabajamos cada vez más y vivimos cada vez peor”

Julia dijo fácil algo que, en realidad, es muy complejo de explicar. Y, bienvenido sea, porque si bien un fenómeno social puede ser multicausal y tener un montón de aristas técnicas que hacen a su interpretación, también precisamos como sociedad poder explicar en términos sencillos ciertas cosas que nos atraviesan cotidianamente y que impactan en el corazón de lo que somos.

Frente a la pregunta cautelosa de si cree que es posible “intentar hacer un diagnóstico” de lo que nos viene ocurriendo en relación al trabajo en estos últimos años, ella responde sin dudar que sí, que claro que es posible, y enseguida menciona un progresivo deterioro de las condiciones laborales y de los proyectos de vida: hace hincapié en el territorio porteño -el que mejor conoce-, pero sabe que los tentáculos de ese diagnóstico envuelven las diversas realidades de nuestro país.

Julia Cófreces tiene 34 años y hace más de diez que está vinculada al mundo del cooperativismo. Allá por el 2012, armó junto a su grupo de compañeros/as la Cooperativa de Trabajo 27 de Octubre, entre cuyas actividades estaban la construcción, la pintura y la refacción: “Aprendimos desde cero lo que significa armar una cooperativa, lo que implica hacer el trámite, abrir una cuenta bancaria, sacar el CUIT. Al principio es una tortura. Pero, en ese momento entendimos que la cope era la herramienta que necesitábamos para generar trabajo digno en los barrios donde militábamos”. Llegaron a ser 10 asociados/as. Julia primero fue una socia más, luego se animó a ser secretaria y más tarde condujo la cope desde su rol de presidenta.

Un par de años después, en las vísperas del macrismo, empezaron a producir los primeros contactos con FEDECABA (Federación de Cooperativas Autogestionadas de Buenos Aires), y ella lo menciona como un hito de la 27 de Octubre, porque recién entonces comenzaron a adquirir experiencia real en el sector, vinculándose con cooperativas que tenían mucho tiempo de desarrollo, comprendiendo las problemáticas comunes y también los desafíos y sobre todo visualizando que el universo cooperativo era mucho más amplio de lo que creían.

Integrar una cooperativa es un buen antídoto para que el trabajo que hacemos no se desacople de lo que somos como personas. Tener entre manos las riendas del espacio laboral propio obliga a comprender aspectos de su funcionamiento que tienen que ver con una integralidad, al margen de la tarea que cada uno/a realiza. En una cooperativa, no se trata solo de “cumplir”. Es más que eso. Y esa misma lógica se replica cuando hablamos de las federaciones: si integrar una cope le confiere sentido al trabajo que hacemos como personas, integrar una fede se lo confiere a la actividad que realizamos como cooperativas. No hay misterio. Tiene que ver con lo que acaba de decir Julia: en tanto se profundizan los vínculos con grupos de personas que se han organizado de la misma manera y que se ganan la vida igual que lo hacemos nosotros/as, más claras serán nuestras ideas, y más nítido se verá el camino por delante.

Julia Cófreces

La entrevistada es la actual secretaria de FEDECABA. Desde el lugar que ocupa, explica que promover el cooperativismo tiene una consecuencia directa, casi instantánea, que es la creación de nuevos puestos de trabajo. Si un grupo de trabajadores/as toma la decisión de organizarse en una cooperativa, se producirá un impacto en el desarrollo de su comunidad. “Lo que precisa el sector son políticas públicas para estar en pie de igualdad con las empresas de capitales privados. Si el Estado puede garantizar eso, el cooperativismo puede garantizar producción y generación de empleo. Hay que pensarlo en clave de una agenda de desarrollo local y regional. No es solo una cuestión social: es social, económica y productiva”.

En estos diez años de recorrido en el sector, Julia vio cómo se han ido formando muchísimas cooperativas nuevas, y cómo se va delineando cada vez más una conciencia común: “Muchos jóvenes profesionales, pibes que se cansan de lo otro y toman la determinación de autogestionarse el laburo, asumiendo riesgos, apostando con confianza, siempre en marcos colectivos”. En relación al acompañamiento desde la política, expresa que apenas está empezando a escribirse la agenda de las cooperativas y de la economía social, pero que, así y todo, hoy puede armarse una cope en un par de meses, e incluso puede hacerse solamente con 3 miembros. Cuando ella arrancó, no existían estas facilidades, y eso habla de avances prometedores, y de una agenda que está siendo tomada cada vez por más cantidad de manos.

Julia, que aparte de todo es Licenciada en Filosofía, dialoga sobre esta idea del emprendedurismo, un pensamiento que el neoliberalismo lleva un par de décadas queriendo encender en sociedades como la nuestra, quizás para que la gente intente convencerse de que no necesita de nadie más para poder ser alguien en la vida. Frente a esta narrativa que avanza, expresa Julia que “el cooperativismo no niega el hecho de emprender, pero propone emprender con otros, de una manera cooperativa en vez de competitiva, construyendo comunidad a la par que construimos nuestra propia historia”. Hace una pausa, y vuelve a remarcar algo de lo que acababa de decir: “No es competir, es cooperar. La clave es entender que las personas se desarrollan a la par de su comunidad y no queriendo pasar por encima de ella”.

Algunas veces hay que hacer una pausa, para que quede claro lo verdaderamente importante.

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