Druk es el nombre original de esta película danesa -ganadora de un Óscar en 2020-, que presenta a Martin como su protagonista central: un profesor de Historia que viene haciendo agua en todas las áreas de su vida -familia, pareja, trabajo-. Tras una reunión con padres y alumnos donde le enrostran el aplanamiento en su performance laboral, sale a cenar con su grupo de amigos -cuatro profes que comparten escuela- para festejarle los 40 a Nikolaj. En un momento de la velada y habiéndose puesto sincera la charla entre ellos, el cumpleañero recuerda a un filósofo y psiquiatra noruego, Finn Skårderud, que habría teorizado que las personas fluyen mejor y son más creativas con 0,5% de alcohol en sangre (vale aclarar que Skårderud es un hombre de carne y hueso, tanto es así que debió salir a desmentir la teoría que se le adjudica en el film).
La cuestión es que estos amigos se pondrán de acuerdo en ponerle un poco de pimienta a sus vidas y ver qué tal les va, ensayando este experimento. Martin, que venía en picada, empieza a verse mejor predispuesto a las actividades y a los vínculos: en el aula, de pronto, sus alumnos comienzan a divertirse con él, y su vida, con altos y bajos, se desanuda paulatinamente.
Pero, no es la idea de esta nota hacer foco en el personaje principal, que bien o mal cuenta con sus redes de contención y con recursos psíquicos y emocionales suficientes para ir enfrentando las situaciones emergentes: Martin ejerce una reflexión sobre sus patinadas, sobre cómo descuidó los vínculos, el trabajo, y a su manera va poniéndole el pecho al asunto.
Más rico todavía, a la hora de pensar una problemática como el alcoholismo, es ver qué le pasa a Tommy, otro de los integrantes de este grupo de amigos y profe de gimnasia en el colegio común. Si bien su situación laboral no dista de la de Martin y los demás, se lo ve solo, acompañado únicamente por su perro. Se suma al ensayo lúdico que se propuso esa noche, pero a él el consumo le pega distinto y no va a poder desenredarse.
La película llega a su punto de inflexión cuando comienzan a percibir que la cosa se les está yendo de las manos, y ahí deciden desertar el ensayo. Pero para Tommy ya es demasiado tarde. Por sus descuidos, en la escuela descubren que algunos profesores están consumiendo alcohol en horario laboral. Tommy queda expuesto y pierde su empleo, que era el único lazo social que lo conectaba con el mundo.
Mientras la trama de la película lo muestra a Martin trabajando para recomponer su situación de pareja, Tommy se despide de su perro, lo único que tenía, y se quita la vida.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “droga” es cualquier sustancia que, incorporada al organismo, altera una o varias de sus funciones. Las hay legales e ilegales: entre las primeras, el alcohol es por varias razones la más aceptada y consumida.
Pero no es la droga, lo que define la adicción, sino el vínculo que uno establece con ella. En este proceso, hay factores de riesgo -que alientan el consumo- y factores protectores -que cuidan de la persona-. Todos sabemos de alguien que ha estado envuelto en un consumo problemático. Son múltiples las causas: predisposición, conductas adictivas, vínculos sociales, escasez de factores protectores. Entendemos que hay un “consumo problemático” cuando la persona establece con la sustancia un vínculo tal que depende de ella para emprender cualquier actividad -sin ese consumo no lo podrá conseguir-.
Nadie está exento de probar cualquier clase de sustancia, y nadie puede anticipar hasta qué punto quedará atrapado en ella. En Otra ronda, los amigos mencionan a Ernest Hemingway, quien -según ellos, otra vez- bebía durante su horario laboral, pero se detenía cuando el reloj marcaba las 20 para estar en condiciones de seguir trabajando al día siguiente. La incapacidad de sostener límites, es una de las conductas adictivas principales, y la película nos muestra de movida que Tommy no puede -ni podrá- sostener los suyos.
Los factores protectores primordiales, en estos procesos, son las redes de contención, los lazos sociales y las actividades cotidianas. Druk orienta la atención del espectador hacia Martin, pero, si prestamos atención, veremos que no hay en ese grupo de amigos ánimo de contención suficiente para rescatar a Tommy de sus profundidades. No es casual que, tras haberse quedado sin trabajo por el bochorno que protagonizó en la escuela, tomara esa determinación.
Quien padece una adicción, raramente toma consciencia y pide ayuda, y entonces resultan doblemente necesarias la atención y contención del adicto. Luego, con un tratamiento adecuado y la protección de los afectos, el problema quedará atrás y la persona que lo sufría podrá ponerse en marcha otra vez.
2 respuestas
Interesante enfoque. No obstante, para quienes padecemos, por cercanía y afecto, la adicción ajena, la cuestión no es tan simple.
Virginia, gracias por comentario, no fue mi intención subestimar este padecimiento, todo lo contrario, también me toca de cerca.
Saludos