febrero 8, 2021
No sos vos, soy yo
Están insistentes algunos editorialistas con este tipo de publicaciones sobre historias de vida que no han podido ser y que seguirán viaje a otra parte, con esa tonalidad que oscila entre la melancolía de tener que partir y la victimización, porque, bueno, la culpa es del populismo, ¿o qué se habían creído?
Estos pibes lograron instalarse en la ciudad, se hicieron un grupo de amigos, tienen trabajos estables, pero igual están pensando en irse.

Mi colega Camila Hernández Otaño publicó esta nota en Infobae a raíz del testimonio de dos jóvenes venezolanos que aparentemente no están contentos con su vida en nuestro país y estarían evaluando la posibilidad de volver a hacer las maletas. Una nota bien interesante. Veamos qué dice la bajadita que escribió Camila: “Viven en la Ciudad de Buenos Aires, tienen trabajo estable y amigos, pero sienten que las decisiones políticas y económicas actuales son similares a las que vivieron en su tierra. Por temor a repetir la misma historia, decidieron dejar el país”. Pucha, ¡ya me estoy poniendo triste!

Igual, banquenmé un toque, antes de seguir bajoneándome, porque hay algo que no estoy terminando de entender. O sea, que estos pibes lograron instalarse en la ciudad, se hicieron un grupo de amigos, tienen trabajos estables, pero están pensando en irse porque no se sienten conformes con “las decisiones políticas y económicas” que está tomando el gobierno. ¿Entendí bien? A ver, voy a seguir leyendo la nota. Me llama la atención todo esto.

Shail Jiménez tiene 25 y llegó a nuestro país hace dos, aparentemente “con una valija llena de sueños y proyecciones”. Sus amigos le habían hablado bárbaro de Buenos Aires y se vino para acá. Tres días después de haber aterrizado, pegó un laburito en una barbería de Chacarita que está muy de moda. Al toque, roque. Agrega Camila que ahí atiende a músicos y futbolistas. Parece que el amigo Shail cobra un salario de 55 mil pesos, siempre según el notón de Infobae, y que con su hermano alquilan un departamento en Ortuzar que les cuesta 18 mil. Pero, atención, habla al país Shail Jiménez: “Antes tenía de capacidad de ahorro, ahora es imposible. En el mercado todo aumenta, es un descontrol cambiario”. Hasta hace poco, el buen amigo pensaba traerse a su familia a vivir con él en Buenos Aires, pero ahora siente que mejor no y ya está proyectando mudarse a Europa, a pesar de que “Argentina es un gran país”.

A mí me parece loco el temita de que se le complique tanto la vida cotidiana, teniendo 55 mil pesos en el bolsillo y gastando nada más que nueve en el alquiler -imagino que los otros nueve los pondrá el hermano, que también debe tener algún trabajo-. Ponele que Shail tenga 20 lucas de gastos fijos. Yo con 35 mil pesos te llego a fin de mes bastante cómodo, y te diría que dándome lujos. No tengo hijos, por supuesto, sino mi situación sería otra. Pero, Shail tampoco tiene hijos y sin embargo ahí está, sufriendo en esta Argentina que no lo deja respirar. Veamos qué pasa con la otra chica, cuyo testimonio recogió mi colega Camila.

Ella se llama Vanessa, tiene 28 y ama a la Argentina, “pero nuestra relación se termina aquí”. Bueno, está bien, en cuestiones del amor no hay que juzgar a nadie porque todos sabemos lo que cuesta sacar una relación adelante y que prospere en el tiempo. A veces sentimos que el amor está intacto y que sin embargo eso no parece alcanzarnos. Es triste, la entiendo a Vane.

Esta joven emprendedora llegó a la Argentina allá por septiembre de 2015, “sin contactos ni referencias, pero con muchos sueños por cumplir”. Parece que ella también consiguió trabajo enseguida: “Por mi CV”, aclara. Que nadie se confunda. Vanessa adoptó a nuestro país como si fuera su casa y al poco tiempo ya había hecho “amigos, contactos y viajes”. Más tarde llegaría el momento de abrir su propio local, y ahí se encontró con el lado B de su aventura: “Fue frustrante ver las trabas que se le ponen a los emprendedores”. Te la resumo: al final abrió su local de ropa y la cosa más o menos anduvo durante el último verano, hasta que, bueno, #PandemiaMundial. Vane -como muchísima gente- tuvo que rescindir su contrato de alquiler y postergar el proyecto, y durante la cuarentena creó un sitio para vender cuadros.

La situación que le está tocando atravesar le recuerda a lo que pasaba en su país allá por 2014, y confiesa que todos los días se pregunta con tristeza si está en Argentina o acaso está en su Venezuela. Dice que ella lo intentó, pero pájaro que comió voló y ahora quiere irse a otro lugar más afín a su emprendedorismo. Para cerrar su crónica de una forma realmente conmovedora, Camila hace un insert de una reflexión que compartió Vanessa días atrás, vía redes sociales.

“Siéntate, tenemos que hablar”, parece haberle dicho Vane a la pobre Argentina: “No eres tú, que eres bellísima y me hiciste sentir en casa. Son los que te gobiernan, totalmente inoperantes (…) nuestros caminos se tienen que separar, porque quiero hacer mi negocio sin problemas y sentir que el único límite que tengo es mi propia imaginación, no medidas económicas que solo benefician a un pequeño porcentaje de la población, y al emprendedor lo hace más pobre”.

Bueno, parece que se van a ir los chicos, nomás, y ojalá un día encuentren realmente su lugar en el mundo. Lo digo sin ironías. Son pibes que laburan de cosas que les gustan, y en definitiva sus pensamientos no tienen por qué escandalizar a nadie. Tampoco le debían lealtad suprema a la Argentina por haber vivido un par de años aquí. Lo loco de todo esto es el runrún que está habiendo en los medios de comunicación. Están insistentes sus editorialistas con este tipo de publicaciones sobre historias de vida que no han podido ser y que seguirán viaje a otra parte, con esa tonalidad que oscila entre la melancolía de tener que partir y la victimización, porque, bueno, la culpa es del populismo, ¿o qué se habían creído?

Ni siquiera es con Camila la cosa, porque ella también es una piba que labura y que va buscándose su camino. Probablemente comparta todo eso que le dijeron sus entrevistados. De hecho, quizás sean sus amigos, y tampoco tendría nada de malo. Cami, si me estás leyendo, está todo bien con vos. Podés pensar como quieras y está bien que tus notas expresen tu manera de pensar, así como mis notas expresan la mía. Vos sos una trabajadora, eso es lo importante. Lo que analizo, en todo caso, es lo que veo que está pasando con la línea editorial de Infobae, de Clarín y demás medios que parecen compungidos, porque no les agrada mucho la gente que está gobernando nuestro país.

Y están pasando cosas. Si se fijan bien, están pasando cosas.

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